La Voluntad de Dios en la Paz y la Guerra
¿Qué piensa Dios de la paz y la guerra?
¿Cómo debemos actuar los cristianos frente a los conflictos que nos rodean?
¿Qué enseña la Biblia sobre este tema tan relevante y complejo?
Estas son algunas de las preguntas que quizás te hayas hecho alguna vez, especialmente en estos tiempos de tanta violencia, injusticia y sufrimiento en el mundo.
En este artículo, quiero compartir contigo algunas reflexiones basadas en la Palabra de Dios.
Nos ayudarán a comprender mejor la voluntad de Dios en la paz y la guerra, y aplicarla a nuestra vida cotidiana.
1. La voluntad de Dios en la paz y la guerra: LA PAZ
La paz es el propósito de Dios para su creación.
Dios: el autor de la Paz
Dios es el autor de la paz, y la paz es su propósito para su creación.
Desde el principio, Dios creó todo en armonía y orden, y vio que era bueno (Génesis 1).
Hizo al ser humano a su imagen y semejanza, y le dio el mandato de cuidar y cultivar la tierra.
Y de dominar sobre los animales (Génesis 1:26-28).
También estableció una relación de amor y comunión con el ser humano, y le dio la libertad de elegir obedecerle o no
(Génesis 2:15-17).
Él quería que el ser humano viviera en paz consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con Dios.
El pecado y la guerra
Sin embargo, el ser humano desobedeció a Dios y pecó, rompiendo la armonía y el orden que Dios había establecido.
El pecado trajo como consecuencia la separación de Dios, el sufrimiento, la muerte, la violencia, el odio, la envidia, la codicia.
Y acompañando a todo esto, la guerra, y todo tipo de males que afectan a la humanidad y a la creación (Génesis 3).
Así, el pecado es la raíz de la guerra, y la guerra es la expresión máxima del pecado.
Restauración divina de la paz
Pero Dios no se resignó a perder la paz que había creado.
Por el contrario, inició un plan de salvación y restauración para toda su creación.
Dios escogió a un pueblo, Israel, para que fuera su testigo y su instrumento de bendición para las naciones
(Génesis 12:1-3).
Le dio a Israel una ley que reflejaba su carácter santo, justo y amoroso.
Una ley que le enseñaba a vivir en paz con Dios y con el prójimo
(Éxodo 20).
También le prometió a Israel una tierra donde pudiera vivir en paz y prosperidad, si obedecía sus mandamientos
(Deuteronomio 28).
Israel recibió de Dios la esperanza de un Mesías, un rey descendiente de David
El Mesías traería la paz definitiva a todo el mundo (Isaías 9:6-7).
Durante esta parte de la historia, la voluntad de Dios en la paz y la guerra fue clara: «Deseo paz para mi pueblo».
2. La voluntad de Dios en la paz y la guerra: FRACASO Y REDENCIÓN
La ruina del pueblo
Israel falló en cumplir la voluntad de Dios, y se apartó de sus caminos.
Pecó contra Dios y contra los demás, y sufrió las consecuencias de su desobediencia.
Fue invadido, conquistado, exiliado y oprimido por sus enemigos, y perdió la paz que Dios le había dado.
Y clamó a Dios por su liberación, por lo que Dios le respondió con su misericordia y su fidelidad.
Dios envió a su Hijo, Jesucristo, el Mesías prometido, para que fuera el Salvador del mundo.
Jesús: Príncipe de paz
Jesucristo es el príncipe de la paz, y la paz es el mensaje de Jesucristo.
Vino al mundo para reconciliar al ser humano con Dios, y para restaurar la paz que el pecado había roto.
Anunció el reino de Dios, que es un reino de justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Romanos 14:17).
Enseñó a sus seguidores a amar a Dios con todo su ser, y a amar al prójimo como a sí mismos (Mateo 22:37-40).
También les enseñó a amar a sus enemigos, a bendecir a los que los maldicen, a hacer el bien a los que los odian, y a orar por los que los persiguen (Mateo 5:44).
Jesús les dijo a sus discípulos:
«Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mateo 5:9).
Les dio a sus discípulos el mandamiento nuevo de amarse unos a otros, como él los había amado (Juan 13:34).
Y les dijo que él les dejaba su paz, que no es como la que da el mundo.
Por el contrario, es una paz que sobrepasa todo entendimiento.
Y que guarda el corazón y el pensamiento en Cristo Jesús (Juan 14:27; Filipenses 4:7).
Estos versículos son clave para entender la voluntad de Dios en la paz y la guerra.
Jesucristo demostró su amor y su paz en la cruz, donde murió por nuestros pecados, y nos reconcilió con Dios.
La cruz es el símbolo de la paz de Dios, porque en ella Dios hizo la paz por medio de la sangre de su Hijo (Colosenses 1:20).
Resucitó al tercer día, y venció a la muerte y al pecado, y nos dio la victoria y la esperanza de la vida eterna.
Luego ascendió al cielo, y está sentado a la diestra de Dios, intercediendo por nosotros.
Sabemos que Jesucristo volverá un día, y establecerá su reino de paz para siempre.
Entonces, se cumplirá lo que dijo el profeta Isaías:
«De las espadas forjarán arados, y de las lanzas, podaderas; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra» (Isaías 2:4).
Sin duda, ese versículo contiene mucho de lo que creemos es la voluntad de Dios en la paz y la guerra.
3. La voluntad de Dios en la paz y la guerra: Los cristianos
¿Cómo debemos vivir los cristianos según la voluntad de Dios en la paz y la guerra?
Los cristianos somos llamados a ser testigos de la paz de Dios en el mundo, y a seguir el ejemplo de Jesucristo.
Somos ciudadanos del cielo, y nuestra lealtad máxima es a Dios y a su reino (Filipenses 3:20).
Como peregrinos y extranjeros en la tierra, sabemos que nuestra patria verdadera es la nueva Jerusalén.
Allí no habrá más llanto, ni muerte, ni dolor, ni guerra (Hebreos 11:13-16; Apocalipsis 21:1-4).
Nos constituimos en embajadores de Cristo, y nuestra misión es anunciar el evangelio de la paz.
Y rogar a las personas que se reconcilien con Dios (2 Corintios 5:18-20).
Como soldados de Cristo, nuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra las huestes espirituales de maldad.
No usamos armas carnales, sino espirituales.
Como la fe, la verdad, la justicia, la salvación, la Palabra de Dios y la oración (Efesios 6:10-18).
Elegir la paz
Debemos buscar la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor (Hebreos 12:14).
También se nos anima a respetar a las autoridades que Dios ha puesto sobre nosotros.
Y orar por ellas, para que podamos vivir en paz y tranquilidad (Romanos 13:1-7; 1 Timoteo 2:1-4).
Debemos promover la justicia y la equidad, y defender los derechos de los pobres y los oprimidos
(Proverbios 31:8-9; Miqueas 6:8).
Y no debemos olvidar perdonar a los que nos ofenden, y buscar la reconciliación y la restauración de las relaciones rotas
(Mateo 18:21-35; 2 Corintios 5:18).
Somos animados a amar a nuestros enemigos, y hacer el bien a los que nos hacen mal.
De esta manera imitamos la gracia y la misericordia de Dios (Lucas 6:27-36; Romanos 12:17-21).
Cada una de estas acciones están en armonía con la voluntad de Dios en la paz y la guerra.
Libertad de conciencia
Por supuesto, somos cristianos, pero reconocemos diferentes opiniones sobre la participación en la guerra.
Y debemos respetar la conciencia y la libertad de cada uno.
Algunos cristianos son pacifistas, y creen que la guerra es siempre contraria a la voluntad de Dios.
Dicen: «los cristianos deben abstenerse de toda violencia».
Otros cristianos aceptan la guerra como un mal necesario, y creen que los cristianos pueden participar en la guerra.
Esto es, siempre que sea justa y legítima y necesaria, por lo que los cristianos tienen el deber de defender la paz, la justicia y la libertad.
Otros cristianos tienen una posición intermedia, y creen que los cristianos pueden participar en la guerra.
Pero solo como último recurso, aclaran, y con una actitud de amor y servicio.
Sea cual sea nuestra posición, debemos respetar la conciencia y la libertad de cada uno.
Y no juzgar ni condenar a los que piensan diferente (Romanos 14:1-12).
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CONCLUSIÓN
La paz y la guerra son temas que nos afectan a todos, y que nos desafían a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios.
La Biblia nos enseña que la paz es el propósito de Dios para su creación.
Y que Jesucristo es el príncipe de la paz, que nos reconcilió con Dios y nos dio su paz.
La Biblia también nos enseña que los cristianos somos llamados a ser testigos de la paz de Dios en el mundo.
Y a seguir el ejemplo de Jesucristo.
Los cristianos debemos buscar la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
Debemos respetar a las autoridades que Dios ha puesto sobre nosotros.
Y orar por ellas, para que podamos vivir en paz y tranquilidad.
Y promover la justicia y la equidad, y defender los derechos de los pobres y los oprimidos.
Se nos anima a perdonar a los que nos ofenden, y buscar la reconciliación y la restauración de las relaciones rotas.
Y amar a nuestros enemigos, y hacer el bien a los que nos hacen mal, imitando la gracia y la misericordia de Dios.
Aunque hay diferentes opiniones sobre la participación en la guerra, debemos respetar la conciencia y la libertad de cada uno.
Que Dios nos ayude a vivir en su paz, y a ser instrumentos de su paz en el mundo.
Y nos bendiga con su gracia y su sabiduría, para que podamos discernir su voluntad en cada situación.
También que nos llene de su amor y su poder, para que podamos ser fieles a su llamado y a su misión.
Y así nos guarde en su presencia y en su esperanza, para que podamos ver el día en que él hará nuevas todas las cosas, y en que la paz reinará para siempre.
Amén.