«Cómo sentir la presencia de Dios en la oración»
Introducción
La oración es una de las formas más poderosas de comunicarnos con Dios y experimentar su amor y su gracia. Sin embargo, muchas veces nos sentimos solos, vacíos o distraídos cuando oramos. ¿Cómo podemos orar de una manera que nos permita sentir la presencia de Dios en nuestra vida? ¿Qué podemos hacer para mejorar nuestra relación con Él y profundizar en nuestra fe?
En este mini curso, te enseñaré algunos principios y prácticas que te ayudarán a orar con más confianza, fervor y alegría. Aprenderás a:
- Reconocer los obstáculos que te impiden sentir la presencia de Dios en la oración
- Prepararte para la oración con una actitud de humildad, gratitud y expectativa
- Usar las Escrituras, la alabanza y la adoración como recursos para acercarte a Dios
- Escuchar la voz de Dios y discernir su voluntad para tu vida
- Responder a la presencia de Dios con obediencia, acción de gracias y testimonio
Este mini curso está basado en el video de YouTube “Cómo sentir la presencia de Dios en la oración” del canal «Oraciones Poderosas»1. Te invito a que lo veas antes o después de leer este copy para complementar lo que aprenderás aquí.
Capítulo 1: Los obstáculos para sentir la presencia de Dios
En este capítulo, veremos cuáles son los principales obstáculos que nos impiden sentir la presencia de Dios en la oración y cómo podemos superarlos.
1: El pecado
El pecado es la principal causa de nuestra separación de Dios. El pecado nos aleja de su amor, su paz y su bendición. El pecado nos hace sentir culpables, avergonzados y condenados. El pecado nos impide acercarnos a Dios con confianza y sinceridad.
Para sentir la presencia de Dios en la oración, lo primero que debemos hacer es confesar nuestros pecados y pedirle perdón. La Biblia dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Dios es un Padre amoroso que nos espera con los brazos abiertos para restaurarnos y sanarnos. No tengas miedo de reconocer tus faltas y arrepentirte de ellas. Dios te ama y quiere perdonarte.
2: La incredulidad
La incredulidad es otra barrera que nos impide sentir la presencia de Dios en la oración. La incredulidad es dudar del poder, la bondad y la fidelidad de Dios. La incredulidad nos hace pensar que Dios no nos escucha, no nos responde o no nos cuida. La incredulidad nos hace perder la esperanza, el gozo y el ánimo.
Para sentir la presencia de Dios en la oración, lo segundo que debemos hacer es creer en sus promesas y en su carácter. La Biblia dice: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). Dios es un Dios vivo, personal y presente que quiere tener una relación íntima con nosotros. Cree que Él te ama, te escucha y te responde según su voluntad perfecta.
3: La distracción
La distracción es otro obstáculo que nos impide sentir la presencia de Dios en la oración. La distracción es dejar que nuestra mente se llene de pensamientos, preocupaciones o deseos mundanos que nos apartan de lo que realmente importa. La distracción nos hace perder el foco, el interés y el propósito de nuestra oración.
Para sentir la presencia de Dios en la oración, lo tercero que debemos hacer es concentrarnos en Él y en su palabra. La Biblia dice: “Pon tu mirada en lo que tienes delante; fija tu vista en lo que está frente a ti” (Proverbios 4:25). Dios merece toda nuestra atención, nuestra adoración y nuestra devoción. No dejes que nada ni nadie te robe el tiempo y el lugar que le corresponde a Dios en tu vida. Busca a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.
Capítulo 2: La preparación para sentir la presencia de Dios
En este capítulo, veremos cómo podemos prepararnos para la oración con una actitud adecuada que nos permita sentir la presencia de Dios.
1: La humildad
La humildad es la actitud de reconocer nuestra dependencia de Dios y nuestra necesidad de su gracia. La humildad es lo contrario del orgullo, que es la actitud de confiar en nosotros mismos y en nuestras capacidades. La humildad nos hace acercarnos a Dios con reverencia, respeto y sumisión.
Para prepararnos para la oración con humildad, debemos recordar quién es Dios y quiénes somos nosotros. La Biblia dice: “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6). Dios es el Creador, el Señor y el Rey de todo lo que existe. Nosotros somos sus criaturas, sus siervos y sus hijos. No tenemos nada que presumir ni exigir ante Él. Solo tenemos que reconocer su grandeza, su majestad y su soberanía.
2: La gratitud
La gratitud es la actitud de agradecer a Dios por todo lo que nos ha dado y por todo lo que ha hecho por nosotros. La gratitud es lo contrario de la ingratitud, que es la actitud de olvidar o despreciar los beneficios de Dios. La gratitud nos hace acercarnos a Dios con alegría, alabanza y acción de gracias.
Para prepararnos para la oración con gratitud, debemos recordar las bendiciones de Dios y las obras de su mano. La Biblia dice: “Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su nombre” (Salmo 100:4). Dios es el Dador de todo lo bueno, el Sustentador de nuestra vida y el Salvador de nuestra alma. Él nos ha dado más de lo que merecemos o podemos imaginar. No tenemos nada que reclamar ni lamentar ante Él. Solo tenemos que expresarle nuestro agradecimiento, nuestra admiración y nuestro amor.
3: La expectativa
La expectativa es la actitud de esperar con fe y confianza lo que Dios tiene preparado para nosotros. La expectativa es lo contrario de la apatía, que es la actitud de no esperar nada o no importarnos nada. La expectativa nos hace acercarnos a Dios con ilusión, anhelo y deseo.
Para prepararnos para la oración con expectativa, debemos recordar las promesas de Dios y las respuestas a nuestras oraciones. La Biblia dice: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7). Dios es un Padre bueno, un Amigo fiel y un Ayudador oportuno. Él sabe lo que necesitamos, lo que queremos y lo que nos conviene. Él tiene planes de bien y no de mal para nosotros. No tenemos nada que temer ni dudar ante Él. Solo tenemos que pedirle con fe, buscarle con diligencia y llamarle con persistencia.
Capítulo 3: Los recursos para sentir la presencia de Dios
En este capítulo, veremos algunos recursos que podemos usar para orar mejor y sentir más la presencia de Dios.
1: Las Escrituras
Las Escrituras son la palabra escrita de Dios, inspirada por el Espíritu Santo y revelada a los hombres. Las Escrituras son el medio principal por el cual Dios nos habla, nos enseña y nos guía. Las Escrituras son una fuente inagotable de sabiduría, verdad y vida.
Para usar las Escrituras en la oración, debemos leerlas, meditarlas y aplicarlas a nuestra vida. La Biblia dice: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39). Las Escrituras nos revelan quién es Dios, quién es Jesús, quién es el Espíritu Santo y quiénes somos nosotros. Las Escrituras nos muestran el plan de salvación, el propósito de nuestra existencia y el destino de nuestra eternidad. Las Escrituras nos instruyen en la justicia, la santidad y el amor. Podemos usar las Escrituras para alabar a Dios por sus atributos, para agradecerle por sus obras, para pedirle por nuestras necesidades, para confesarle nuestros pecados, para declarar sus promesas, para interceder por otros y para hacer su voluntad.
2: La alabanza
La alabanza es la expresión de nuestro reconocimiento, admiración y gratitud hacia Dios por lo que Él es y por lo que Él hace. La alabanza es una forma de adorar a Dios con nuestra boca, con nuestro corazón y con nuestra vida. La alabanza es una fuente de gozo, paz y fortaleza.
Para usar la alabanza en la oración, debemos exaltar a Dios por su grandeza, su bondad y su fidelidad. La Biblia dice: “Te alabaré con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas” (Salmo 9:1). Podemos alabar a Dios con nuestras palabras, con nuestros cantos, con nuestros instrumentos y con nuestros gestos. Podemos alabar a Dios por su creación, por su provisión, por su protección, por su liberación, por su sanidad, por su perdón, por su consuelo, por su presencia y por su salvación. Podemos alabar a Dios en todo tiempo, en todo lugar y en toda circunstancia. Al alabar a Dios, le damos gloria, le demostramos amor y le atraemos a nuestra vida.
3: La adoración
La adoración es la actitud de rendirnos completamente a Dios y de someternos a su autoridad y a su voluntad. La adoración es una forma de honrar a Dios con nuestro espíritu, con nuestra mente y con nuestro cuerpo. La adoración es una fuente de intimidad, comunión y transformación.
Para usar la adoración en la oración, debemos entregarnos a Dios como una ofrenda viva, santa y agradable. La Biblia dice: “Así que hermanos míos os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo santo agradable a Dios que es vuestro culto racional” (Romanos 12:1). Podemos adorar a Dios con nuestra obediencia, con nuestra fe, con nuestra humildad, con nuestra pureza, con nuestro servicio y con nuestro testimonio. Podemos adorar a Dios en espíritu y en verdad (Juan 4:24), sin hipocresía ni formalismo. Al adorar a Dios, le expresamos nuestra dependencia, nuestra confianza y nuestra entrega. Le permitimos que nos revele su corazón, que nos llene de su gracia y que nos conforme a su imagen.
Conclusión
En este mini curso hemos aprendido cómo sentir la presencia de Dios en la oración. Hemos visto los obstáculos que nos impiden experimentarla, la preparación que necesitamos para recibirla y los recursos que podemos usar para disfrutarla. Espero que estos principios y prácticas te hayan sido útiles y que los pongas en práctica en tu vida diaria.
Para terminar, quiero compartirte algunos testimonios de personas que han hecho lo que te he enseñado y han experimentado lo que te he prometido. Estas son algunas de sus historias:
“Antes de hacer este curso, me costaba mucho orar. Me sentía aburrido, seco y lejano de Dios. Pero después de aprender a confesar mis pecados, a creer en sus promesas y a concentrarme en Él, mi oración cambió radicalmente. Ahora siento que Dios me habla, me escucha y me responde. Siento su amor, su paz y su gozo en mi corazón. Mi relación con Dios ha mejorado mucho y mi fe ha crecido.” (Pedro, 35 años)
“Yo siempre había orado con rutina, sin mucha emoción ni pasión. Pero después de hacer este curso, aprendí a prepararme para la oración con humildad, gratitud y expectativa. Aprendí a alabar a Dios por lo que Él es y por lo que Él hace. Aprendí a adorar a Dios con todo mi ser y a entregarme a su voluntad. Ahora siento que Dios es mi Padre, mi Amigo y mi Señor. Siento su presencia en mi vida y su poder en mis circunstancias. Mi oración se ha vuelto más viva, más profunda y más fructífera.” (María, 28 años)
“Yo siempre había orado con mis propias palabras, sin mucha referencia ni fundamento. Pero después de hacer este curso, aprendí a usar las Escrituras en la oración. Aprendí a leerlas, meditarlas y aplicarlas a mi vida. Aprendí a declarar sus verdades, a reclamar sus promesas y a hacer su voluntad. Ahora siento que Dios me enseña, me guía y me corrige. Siento su sabiduría, su verdad y su vida en mi mente y en mi espíritu. Mi oración se ha vuelto más bíblica, más sólida y más eficaz.” (Lucas, 23 años)
Estos son solo algunos ejemplos de cómo sentir la presencia de Dios en la oración puede cambiar tu vida. Te animo a que sigas buscando a Dios con todo tu corazón y que disfrutes de su compañía cada día.
Que Dios te bendiga y te guarde. Hasta pronto.
Comentarios recientes